domingo, 26 de octubre de 2014

Deporte, ¿trabajo o estilo de vida?


Cuando se habla de deporte, hay personas a las que se les puede llegar a poner la piel de gallina. Realmente es una fuga, canalización y control de emociones. Muchos lo usan como medio de expresión y desahogo de su día a día, llegando al punto en que si no lo realizan se pueden sentir deprimidos, sin ganas de hacer nada. Esta demostrado que una persona aun que este cansada si hace deporte en ese momento, la consecuencia va a ser estar mas despejado.
El deporte en si nos aporta salud, tanto física como mental, y nos puede ayudar en nuestro día a día. Así empecé yo, desde muy pequeña muy deportista, no solo en el aire libre, sino también en espacios cerrados con deportes muy concretos y entrenamientos muy centrados. Personalmente nunca he llegado a competir, lo he vivido siempre como una niña que solo quería descubrir cosas nuevas, emociones, sentimiento de aprender sin estancarme.

Pasando por una época a la que ahora llamaría de aprendizaje, en el que yo no estaba muy cómoda, descubrí el Snowboard, y más que el deporte en si, fue el primer contacto con la montaña nevada, el aire, la tabla y todo lo que me rodeaba, lo que me hizo sentir.

Me puse la tabla en los pies y pude sentir paz, bienestar, me sentía en mi lugar... A partir de ese momento quise aprender, en el punto en que ya podía dominar la tabla buscaba esos momentos para sentirme libre.
Entre semana me encontraba en la ciudad, estudiando algo que no me hacia sentir cómoda, en un lugar que me estresaba. Lo que me hacia vivir eran las ganas de poder ir a la montaña, nevada, a respirar aire puro y poder flotar con mi tabla...

Como punto de salida decidí cambiar el rumbo de mis estudios, decidiendo ir a formarme como técnico, es decir; monitora de Snowboard.

Mi punto de vista era que yo iba a estudiar para aprender técnica, coger nivel y poder disfrutar más de cada movimiento que yo pudiera realizar con mi tabla en la nieve, aumentaba mis sensaciones de placer, y tener la oportunidad de estar en contacto con la montaña mas amenudo.

En conclusión, yo quería que mi vida al día a día tuviera relación con mi deporte.

Una vez formándome recibí un punto de vista que nunca vi, el hecho de dedicarme a ello, meterle el dinero, podría estancarme, podría hacerme dejar de sentir ese placer, como si dijéramos, podría llegar a aburrirlo. Esto lo viví en mi primer año como monitora, en pistas veía como otros monitores en sus horas libres no iban a esquiar, no cogian ni los esquís ni la tabla, simplemente se sentaban en el bar o en los bancos de las escuelas y se esperaban, dejando de disfrutar de su deporte, simplemente daban clases y se dedicaban a ello.

Personalmente no quiero llegar a sentir esto nunca, disfruto enseñando Snowboard por las sensaciones que me da, siento que cuando enseño a alguien estoy dando la oportunidad de disfrutar una primera toma de contacto, siento que puedo estar dando felicidad... y no quiero desaprovecharla. No quiero estar el resto de mis días enseñando simplemente iniciación, mis estudios para mi son un punto de salida, voy a enseñar esto hasta que llegue el final, no se si me voy a dedicar a ello toda mi vida o si solo es un camino que la vida me esta dando para en un futuro disfrutarlo. De momento enseñar Snowboard me va a dar el pan y me va a dar la oportunidad de seguir formándome, no para enseñar, sino para aprender y poder transmitir emociones, ya que yo no enseño Snowboard, yo quiero enseñar maneras de enfocar la vida. Un profesor puede mostrar que punto de vista has de poner cuando aprendes algo, pues enseñar a no frustrarse, a ser positivos, a ver que los errores son parte de un aprendizaje, son filosofías que un profesor te puede dar.

Por ello, cuando estoy enseñando a alguien, estoy enseñando más que Snowboard, y en mi tiempo libre, lo vivo.